LA
FUNCIÓN DE RELACIÓN y LOS ÓRGANOS DE LOS SENTIDOS
II - LA
VISTA Y EL OIDO
LOS
RECEPTORES Y LOS SENTIDOS DE LA VISTA, EL OIDO Y EL EQUILIBRIO
1.
Fotorreceptores. Los receptores de la vista se estimulan por la
luz. Estos receptores se encuentran en un órgano muy complejo que es el ojo,
constituido por el globo ocular, al que además acompañan una serie de músculos,
que le dan gran movilidad, y glándulas que le lubrican y le protegen. La luz
entra al interior del globo ocular atravesando la córnea, y el cristalino enfoca
la imagen sobre la retina, que es el lugar donde se encuentran las células
receptoras. El lugar de la retina donde llega el nervio óptico se llama punto
ciego porque no hay sensibilidad visual. Cerca de él hay una depresión
denominada fóvea, rodeada de un anillo denominado mancha amarilla,
dónde hay una gran concentración de conos y que, por lo tanto, es dónde hay más
eficiencia visual. Las células son de dos tipos:
CONOS: se estimulan por las
diferentes longitudes de onda, es decir, por los colores, y constituyen lo que
llamamos la "visión diurna". ¿Has observado que los colores sólo los
distinguimos de día?; durante la noche vemos en blanco y negro.
BASTONES: se estimulan por las
distintas intensidades de luz, es decir, los brillos, y constituyen la
"visión nocturna", la que nos permite ver algo por la noche.
Enfermedades
visuales:
MIOPÍA: es la incapacidad de
enfocar objetos lejanos porque el cristalino está demasiado abombado y no se
puede estirar para enfocar.
HIPERMETROPÍA: incapacidad de
enfocar objetos próximos porque, al revés que en la miopía, el cristalino está
demasiado estirado y no se puede abombar.
PRESBICIA, o vista cansada:
pérdida de agudeza visual. Impide ver objetos cercanos porque el cristalino se
endurece y tampoco se puede estirar.
ASTIGMATISMO: se ven deformadas
las líneas verticales porque el cristalino se abomba de forma desigual por su
superficie.
CATARATAS: el cristalino se hace
opaco y no deja pasar la luz.
DALTONISMO: es la ceguera para
los colores; se confunden ciertos colores como el verde y el rojo. Es la única
enfermedad que no tiene que ver con el cristalino, sino con los conos.
2.
Los mecanorreceptores de
sonidos o fonorreceptores. El sonido es un movimiento de las moléculas
que forman el aire, como una vibración de partículas. Por esta razón el sonido
no se transmite en el espacio que está vacío y por eso, también, los sonidos
cambian tanto cuando hablas bajo el agua, porque ahí lo que se mueven son las
moléculas de agua. Esa vibración entra por el pabellón auditivo, la oreja, ingresa por el canal auditivo
externo (oído externo), y llega hasta el tímpano que vibra como si fuera un
tambor, transmitiendo la vibración hasta los huesecillos (oído medio) que, a su
vez, la transmiten hasta el laberinto membranosos donde encontramos los canales semicirculares y el conducto
coclear o cóclea o caracol (oído interno), estimulando
a los receptores responsables del sentido del oído. Las cámaras y
conductos del oído interno están
llenas de un líquido denominado endolinfa. Cuando hay un sonido se mueve
la endolinfa que llena la cóclea y esto estimula los cilios de las células
receptoras internas, las cuales comunican con el nervio acústico que
informa al cerebro de cómo es este sonido.
Los
huesecillos -los más pequeños de nuestro organismo- y como ya dijimos están situados en el
llamado OÍDO MEDIO, que se comunica con la faringe a través de un conducto
llamado la TROMPA DE EUSTAQUIO, y son tres: el MARTILLO, el YUNQUE y el
ESTRIBO. La TROMPA DE EUSTAQUIO es la responsable de algunos fenómenos curiosos
de nuestro oído; por ejemplo, de que oigamos nuestra voz desde dentro, y no por
los oídos, cosa que habrás notado cuando escuchas tu voz grabada y no eres
capaz de reconocerte porque en ese momento estás escuchando tu voz desde fuera,
por los oídos. También produce el efecto de destapar nuestros oídos cuando se
tapan por efecto de la presión, por ejemplo al bucear o al viajar en avión.
3. Los mecanorreceptores del equilibrio.
El sentido del equilibrio
se debe a la existencia de otros receptores diferentes en el laberinto. Unos
son los encargados de detectar nuestra posición en el espacio cuando estamos
quietos, es decir, si estamos de pie, sentados o agachados, rectos o
inclinados, boca arriba o boca abajo, pero quietos. Es lo que llamamos el
EQUILIBRIO ESTÁTICO. Otros receptores del equilibrio nos permiten desplazarnos
por el espacio sin caernos, andar o bailar, montar en bicicleta, correr o
nadar. Forman el EQUILIBRIO DINÁMICO, que se encuentra en los canales
semicirculares del laberinto. Estos receptores son los responsables de que nos
mareemos cuando damos vueltas muy deprisa.